LA CRUZ DE LA VICTORIA. tos de pocos alies se pida la supresión de la escaloni monuinontàl que da acceso al Hombé. Flaquezas de la falibilidad humana. u No es lo que dice El Eco lo que prccisftinente choca ú LA CllUZ DE LA Victoria. La CllUZ no puede monos de apoyar las peticiones que so refieran á reformas de obras mal ¡techas. Prescindimos do si la fuente de que se trata se halla en eso caso. Lo chocante está en que cuando las obras so.1' hacen la prensa local calla. Aunque la obra sea un adefesio, no haya miedo que los diarios locales manifiesten su paroccr fundado, por no disgustar al amigo que proyecta y íi los amigos que realizan la obra. Al contrario han de buscar modo do adular á quien concibió el despropósito, ó irán preparando el terreno para pedir la reforma de la obra, cuando ya no haya peligro de disgustar á los amigos. Esta venalidad de la prensa local nos choca, y es porque nosotros tenemos independencia bastante para llamar panera de un horra á lo que en letras de molde se llamaba escalinata monumental. En Oviedo no se estudian los proyectos. Propone un concejal una concepción suya, que nada se parecerá á las de Murillo, y los amiyos se creen obligados á sostenerla nada más que por haber sido propuesta por 1). Fulano. La escalinata, que, tanto dinero va costando, y que tan poco lucimiento tiene en donde está, pudiera ser un adorno excelente del Salón paseo y prestaría ventajosísimo servicio al público colocada en el extremo del paseo que toca en la nueva carretera. El extremo del Bombé ocupado Jioy con la fuente de las ranas quedaría hermoseado con la escalinala, que facilitaría el acceso á las personas que pasean en carruaje, las cuales ahora se ven privadas de esta comodidad. El golpe de vista que se ofrecería al forastero, que por la carretera nueva subiese la escalinata, hoy sólo podemos imaginarlo. En cambio tenemos hoy la escalinata en un punto al que podía ascenderse por una pendiente apenas perceptible, sin más gasto que lo que han costado los terraplenes que se han hecho, y arrinconada y ceñida por esos antiguos paredones de estilo celta. La escalinala con balaustrada do mármol, descendiendo á la nueva carretera; convertiría nuestro paseo cu uno de los mejores de España. ¿Qué dice El Eco de Asturias? Crónica reli^io.sa. SANTO DI': HOY.— S. Paciente, Obispo de León de Francia. Nació S. Paciento á principios del siglo V. en León .i\:ií\i-<íh ,. SECCIÓN DE ANUNCIOS. M' ñhuóii ni •'•'•i m C/2 O 6. Allanurano lames Nueva) G O tfmJ >—-l • i — ; En este vasto Establecimiento acaban de recibirse completos surtidos parala ostentación del culto sagrado. El haber sido objeto de los fabricantes y otras personas, para las compras, hemos conseguido rebajas considerables, las que hacemos extensivas como tuvo ocasión de apreciar todo el digno Clero que hasta hoy lleva visitando esta, casa establecida en la calle de Altamirano, antes Nueva, núm. 6. J. DELQAÜO Y COMPAÑÍA. Capitas mucetas do raso L" desde 12 1|2 pesetas. Sobre-pellices hilo puro finas, desde 6 ptas. Umbclillas ó Sombrillas con cruz plata Meneses, á 30 pe setas. Casullas raso l.11 todos colores, con ricos galones, desde 30 pesetas. LOS CHICOS 10, EUA, 10.-OYIEDO. o a O m O i»* O Ornamentos para Iglesia. PRECIO FIJO. TRACES TALARES. ECONOMÍA POSITIVA. 1 - 370 — al Cardenal á su palacio. Entónccs se adelantó un temerario, segundo ayudante, y respondió con la mayor insolencia: — ¿Es una orden escrita? — Monsefior le contestó noblemento que cuando el Papa envia su mayordomo en persona y con el hábito de tal, nunca da las órdenes por escrito. — Pues sin orden nadie pasa. Cuando el Pontífice tuvo noticia de semojant" violencia, hizo llamar al general de la Guardia cívica, y lo encargó que le lievase el Cardonal. El general subió ni coche acompañado do un Prelado y se dirigieron al patio do la Cancillería, y llamando al capitán de la guardia, le notificó la orden de Su Santidad. Mióntras quo el capitán se diaponia á responder, el tenienle que habia intimado el arresto del Cardenal, e interrumpió diciendo en tono brusco: — ¿Qué Papa ni qué?... - 371 — El Cardenal es un traidor y nuestro prisionero. — Pero señor oficial, señores soldados, tengan ustedes juicio: esta orden procede del mismo Soberano, y es cosa decidida: quiere tener al Cardenal junto á su sagrada persona; sean ustedes romanos y no so obstinen on resistir. — No, no saldrá. — Entóneos el general, mirándole de soslayo, le dijo: — Veremos quién se atreve á tirar á mi pecho cuando lleve á su Eminencia. — Y aquel desdichado añadió: — Tiraremos á ámbos. — Luego dio una ojeada á los demás, quienes corrieron á tomar los fusiles, y se arrojaron á las escaleras, á las tribunas y á las puertas con las bayonetas armadas; de manera que el Cardenal no salió de su aposento, como el mejor partido que podia tomar. El general se volvió - 374 - — Muy bien: ahora habíais como un hombre. — Creedmo,!). Fernando, que cada dia voy viendo más claro. Elisa, arregla tus cosas, que mañana por la mañana vendré por tí, y después de hacer una visita á la tia, nos ¡remos á disfrutar algun sosiego en la quinta do Albano. Miéntras tanto los demagogos estaban rabiosos por obligar al Papa á desdecirse de su alocución, ó al niénos á declarar que el nuevo ministerio continuaría la guerra de su propia cuenta. Pero la roca del Vaticano se presentó incontrastable: Pió ÍX ha pronunriado palabras propias del Pontifico máximo, y su palabra no cede en un ápice. Ha dicho Paz, y habrá Paz. En efecto, Su Santidad hizo escribir al comisionado que habia enviado al campo real que indujese al Iley á dc-