A ENRIQUETA MARTINEZ Nunca he creído que la mayor parte, la casi totalidad de mis discursos,.mis folletos y mis artículos periodísticos tuvieran otro interés que el pasajero del momento y de las circunstancias en que se pronunciaron ó se escribierpn. Hombre de batalla y de una fé inmensa en la propaganda, apenas he tenido tiempo más que para acometer ó defenderme, poniendo toda mi esperanza antes en la viveza y la continuidad de la acción, que en el mérito intrínseco del esfuerzo. No he podido, pues, preparar tranquilamente mis trabajos, de escasísimo ó ningún valor científico, pero todos inspirados en un propósito propagandista que ha absorbido mi vida entera. Sorpréndeme, pues, el deseo de algunos amigos de reeditar mis discursos, ¿Sólo la amistad es la razón de este deseo? ¿Tal vez el propósito de contribuir al exacto conocimiento de algunos hechos en que tomé parte no despreciable? Sea.-— He autorizado á mis amigos para elegir y á ellos dejo íntegra la responsabilidad de esta edición. Pero al coleccionar mis discursos quiero poner al frente de este libro un nombre querido; el de mi esposa. Cada uno de esos discursos, con valer poco, representa sin embargo grandes preocupaciones, no