especial al caudal inmenso de los problemas planteados, estudiados y resueltos en sus obras por el Emmo. Sr. Cardenal González, para mis trabajos de polémica en la rudísima labor de una contienda de catorce años con quienes, diciéndose católicos, anteponían su juicio privado al de la Iglesia, y con quienes, llamándose librepensadores,. se apartaban de la religión de sus padres, más por abusos de la libertad, que por extravíos de la razón, he acudido siempre en busca de armas y pertrechos, como á arsenal inagotable, á las obras de mi sabio antecesor, y así, suya es la gloria de los triunfos alcanzados, porque á lo sólido de los pertrechos y á lo seguro de las armas se debió que se obtuvieran. Es que esto era principalmente Fray Zeferino González: varón de su tiempo, que había estudiado profundamente en los hombres y en las producciones, en las notas características y en las tendencias, y así no puede sorprender ni admirar que los pertrechos elaborados por su entendimiento y las armas labradas por su razón sean más útiles que las de ningún otro de los grandes escolásticos para luchar por la verdad y el bien. Por este conocimiento de la épo.ca actual se explica, aún más que por el mérito intrínseco, de que se hablará luego, el éxito inmenso de sus obras, y en especial la influencia considerable, superior en toda España, con la sola excepción de algunas provincias de Levante, á la de Puigserver y Balmes, que ha ejercido en el pensamiento de las actuales generaciones. En realidad, la benevolencia con que desde la publicación de su primera obra juzgó á Leibnitz, á Malebranche, y aun en alguna ocasión á Descartes, para no hablar ahora de otros nombres conocidísimos en nuestra Patria, más que producto de su carácter, como se ha pretendido, lo era del estudio que había hecho y del conocimiento que tenía de la época presente y de la actual sociedad. Por esto ha de creerse firmemente que si, cual acontecía en otros tiempos, le hubiese ayudado la púrpura que vestía á suplir los desmayos de la modestia y el eterno huir del mundanal ruido, y hubiese sido llamado á los Consejos de la Corona, hubiera gobernado á España con tan pleno conocimiento de causa y tanta seguridad en los aciertos, como aquel otro Cardenal, ornamento de la Orden seráfica y gloria legítima de la Patria española, encarnación suprema además de tradiciones gloriosísimas. La índole de las obras del Emmo. Sr. Cardenal González, la