A ENRIQUE TAMBERLICK. Ave canoro, Que á nuestros valles Errante vienes A ^'orgear, Quédate en ellos; Haz aquí el niirá, al que infunden Tus melodías Dulce sop^r. Cuando aquí al aire Ya no resuenen Esos acentos De ruiseñor. ¡Eres de paso. Ave canora, Y hacia otros climas Emigrarás! Pero, á lo menos. Por estos sitios, Que ahora alegras. ¿Nó volverás? Do quiera al viento Tus alas tiendas, Y de tus trinos Suene el primor, Traigan las brisas Ilasla nosotros De tus cantares Dulce el rumor. Nunca tü olvides Las enramadas Y umbrosas selvas De esta región. Do el astur labra Para el que estima. Cual á tí, un templo* Del corazón. Junio 12 de J. M, Acebal,