11 este documento ua trabajo notable, tanto por los datos históricos que le adornan, por los buenos y sanos principios que establece, como por el método y claridad que en él campean, así como por lo puro y correcto de su estilo. La lectura de las bases establecidas, y por medio de las cuales el pueblo recobraria sus derechos, fue acogida de un mismo modo por la mayoría de los diputados y de los asistentes á la sesión : con verdadera simpatía y aplauso. Aunque los enemigos del nuevo orden de cosas, tan franca y noblemente proclamado en el proyecto de Constitución, sintieron desde luego hacia él las mayores antipatías, se contentaron , esperando ocasión más propicia para combatirle, con alargar la discusión y hacer cuanto les fué posible para impedirla ; pero sus intrigas dieron escaso resultado , pues hasta el presidente de la Cámara, que pasaba por hombre de ideas opuestas, acomodándose á la impaciencia del Congreso, señaló sólo siete dias para la impresión , circulación y exámen del proyecto. Entróse pasado este término en la discusión, en que Arguelles desplegó todas sus grandes dotes parlamentarias , todos sus conocimientos y puras doctrinas representativas. Al quedar concluida la discusión que dejaba en pié un Código calcado en tan justos y liberales principios, las Cortes recibieron varias felicitaciones por haber terminado la grande obra de la Constitución, manifestando el agradecimiento de que clebian estar penetrados todos los buenos españoles al ver consolidada de este modo su felicidad. El dia 18 de Marzo, dia destinado para la firma de la Constitución por todos los diputados , se presentaron dos ejemplares de la misma, y después de leerse uno de ellos por un secretario y de preguntar en alta voz ¿es esta la Constitución que las Córtes han sancionado? se levantaron todos en señal de afirmación, pronunciando en seguida el presidente de la Cámara un sentido y patriótico discurso alusivo al objeto. «El brillante y numerosísimo concurso,» dice textualmente el Diario de las Sesiones, «de españoles de todas clases y provincias que ocupaban la galería y palcos, testificó con repetidas palmadas y afectuosos vivas las dulces y patrióticas emociones que habían experimentado sus leales corazones al oir la arenga del presidente.» Felices , muy felices debieron ser para el corazón de Arguelles aquellos momentos tantas veces soñados por él. En medio de la